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Políticas anti-drogas, economía e impacto en México.



Políticas anti-drogas, economía e impacto en México.

Las laxas e inconstantes políticas contra las drogas, implementadas a lo largo de las últimas cuatro décadas por el país rey entre los consumidores de sustancias ilegales, han acarreado consecuencias medibles en la realidad socio-económica de países productores y distribuidores, como el nuestro (México) que nos afectan incluso el día de hoy.

Tomando una pequeña dosis de historia, recordamos que el 17 de junio de 1971, el entonces Presidente Norteamericano Richard Nixon dio inicio formal a la guerra contra las drogas, señalando que estas constituían el “enemigo público número 1”. Como consecuencia de esta declaración y un poco para ser tomado en serio, en 1973 creó la DEA (Drug Enforcement Agency) con la finalidad de coordinar dicha guerra. (Apuesto a que el Presidente Calderón no pensó en algo similar)

Sin embargo, a través de los propios años setenta y ochenta, las políticas americanas en cuanto a los narcóticos variaron radicalmente, Jimmy Carter incluyó en su plataforma política la propuesta de despenalizar el uso de mariguana, años después, Reagan inició una fuerte campaña contra el uso de estas sustancias.

Este “estira y afloja” en cuanto a políticas públicas ha acarreado consecuencias que se resienten a lo largo de todos los países de América Latina, considerados productores y exportadores de estas sustancias y ligados íntima y comercialmente a EU.

El objeto del presente comentario es analizar hasta qué punto se puede medir el impacto en los indicadores macroeconómicos de mi país, México, en relación a las políticas públicas del gobierno norteamericano en relación al tema de las drogas.

BREVE RESÚMEN DE LAS POLÍTICAS ANTIDROGAS NORTEAMERICANAS

Entre los años de 1972 y 1988 el consumo de cocaína en EU se incrementó cinco veces.[1] Tristemente lo anterior también es cierto para anfetaminas y éxtasis, drogas sintéticas de gran demanda hoy en día.

Para 1970 el Congreso estadounidense creó el Federal Controlled Substances Act (CSA), cuya finalidad era regular el comercio interestatal de sustancias controladas. Dicha norma clasificaba las sustancias de acuerdo a sus características de factibilidad de abuso y a sus propiedades médicas. La CSA es responsable de la “disminución” en las penas en relación con la posesión, distribución y tráfico de la marihuana, por considerarla menos dañina que otras sustancias.

El consumo a gran escala de cocaína en E.U. inició en la década de los sesenta, mostrando un gran incremento para la década siguiente y manteniendo una tendencia a la alta en los turbios ochentas, década en la que el uso de esta sustancia en particular cobró relevancia e incluso fue elevada a icono popular gracias a películas como Scarface (1983) donde algunos incluso señalarían, se alienta a su consumo.

Fue en la década de los ochenta, que el Presidente Reagan, creó el Anti-Drug Abuse Act (1986) y el Anti-Drug Abuse Amendment Act (1988), documentos cuya finalidad fue incrementar las penas para los delitos relacionados con drogas. Expertos generalmente concuerdan que el refuerzo a las políticas antidrogas en esta época fue la respuesta del gobierno norteamericano a la introducción del crack en su mercado.

Parte del doble discurso que se le reprocha a la administración de Reagan, es que aún y cuando públicamente se hacían grandes alegaciones en contra de las drogas y su consumo, varios altos funcionarios de su gabinete se vieron involucrados con el grupo nicaragüense de los Contras, quienes durante su término introdujeron grandes cantidades de cocaína a territorio estadounidense utilizando aviones e instalaciones militares, esto, supuestamente con la finalidad de financiar el conflicto armado en Nicaragua.

Los pilares fundamentales de la lucha antidrogas han sido los siguientes:

  • Tratamiento de adicciones.
  • Control de producción.
  • Interdicción. (Veda y confiscación)
  • Control dentro del territorio.

La evidencia demuestra que durante las últimas dos décadas, las políticas estadounidenses en relación al control de las drogas han hecho poco para disminuir el problema.[2] Actualmente se estima que el costo de las políticas anti-drogas estadounidenses es de $40 billones de dólares al año.

75% de los norteamericanos creen que tras 40 años de lucha contra las drogas, su “guerra” ha fallado.

Esta ha sido a grandes rasgos la historia de la política norteamericana en relación a las drogas, uso y abuso de sus sub-productos y beneficios económicos para ambas partes.

Cómo única consecuencia medible de las políticas antidrogas del vecino país del norte son el hecho de que a la fecha, están próximos a sobrepasar el medio millón de prisioneros por crímenes relacionados a sustancias controladas. Lo cual ha tenido un impacto nulo en las cantidades de adictos y toneladas métricas de drogas que se consumen anualmente en su país.

El incremento de consumo en países que anteriormente eran considerados productores o vías de paso para las drogas.

Notable incremento de violencia en los países productores y de tránsito.

La finalidad de ejercer políticas “duras” y de cero tolerancia en relación a las drogas es que sus precios se incrementen, dificultando el acceso a compradores tanto cautivos como potenciales y despojando al negocio de sus lucrativos ingresos, sin embargo, los narcotraficantes son hábiles y logran disminuir los costos de producción y traslado, a veces a consecuencia de la calidad del producto, con la finalidad de evitar alzas en el precio y mantener el negocio activo.

EFECTOS EN MÉXICO

México es notablemente sensible a los cambios en las políticas antidrogas de EU, como consecuencia directa de su proximidad geográfica, comercial y económica.

La evolución de México como punto de acceso de las drogas a EU, a país productor y consumidor va de la mano con las determinaciones que se toman “del otro lado”. Los efectos de 40 años de guerra contra las drogas en EU, son visibles en México.

Desde que el Presidente Felipe Calderón declaró su propia versión de la “guerra” contra las drogas (aunque después se desdijo) la cifra de muertes relacionadas con violencia (cifra que también está sujeta a desacuerdos) ha ascendido a casi 70,000.

Sin embargo, las lamentables pérdidas de vidas humanas, las condiciones de inseguridad, las violaciones a derechos humanos propiciadas por las fuerzas armadas en las calles de nuestro país no son las únicas consecuencias medibles de estas estrategias. Que una determinada zona o territorio sea más o menos violento no quiere decir que existen más o menos problemas con el crimen organizado, un instrumento eficaz para medir la influencia de los cárteles se encuentra en los medidores macroeconómicos.

PIB MEXICO Y % QUE OCUPAN LAS DROGAS

El Producto Interno Bruto, es un referente macroeconómico que busca determinar el valor monetario de la producción de bienes y servicios en un país durante un periodo de tiempo determinado. Según Michael Parkin[3], esta definición tiene 4 partes:


  1. Valor de mercado.
  2. Bienes y servicios finales.
  3. Producidos en un país.
  4. Durante cierto periodo.


Salvando al lector de las minucias económicas necesarias para describir el PIB, declaramos que se trata de un factor importante en cuanto hace a indicadores macroeconómicos y que a grande rasgos permite discernir con cierta claridad que tanto se produce, la cantidad de ingresos y que tanto se gasta en un país.

Ahora bien, ¿qué parte del PIB ocupa el mercado de las drogas en un país como México?
Para responder esa pregunta podemos centrar nuestra atención en mediciones y estadísticas oficiales, ¿o no?

Por una parte hay quienes señalan que la producción de drogas en México es inmedible, como recientemente declaró el economista español Carlos Resa (21 agosto 2012), quien también señalo que el porcentaje del PIB que podría ocupar dicha industria es cercana o menor al 1% y quien posteriomente declaró (aunque no concuerdo con él) que:

“En esta empresa hay negocio en las áreas de producción y distribución, la demanda genera la oferta, y es elástica al precio. Así, los consumidores cambian de estupefaciente si cambia el valor”.

Como punto intermedio, se cuenta con estadísticas no oficiales, que incluso, en 1994, calculaban que las ganancias de los cárteles ascendían a 30 billones de dólares, equivalente al 7.1% del PIB de ese año.

Al otro lado de la moneda, encontramos estimaciones aterradoras de la influencia económica del crimen organizado en nuestro país, consecuencia también, de la falta de estrategias para combatir el lavado de dinero, rama en la cual México se ubica en lugar 14 a nivel mundial, blanqueando 26 mil millones de dólares de capital mal habido anualmente.

En este nicho ubicamos al Dr. Fernando Tenorio Tagle, quien señala que hasta el 40% del PIB en México puede considerarse generado por el crimen organizado.[4]

COMENTARIOS
 
Al final, todo se reduce a que, tratándose de una actividad ilícita, debemos contentarnos con estimaciones, ya que aparentemente los esfuerzos de nuestras autoridades se centran en el “combate frontal” y dejan de lado la investigación seria y científica que permitiría conocer la manera en que las asociaciones criminales operan, obtienen, distribuyen y blanquean los recursos, siendo este, desde el punto de vista personal, una de las áreas vulnerables que debiera atacar el Estado.

Las políticas antidrogas norteamericanas afectan a México, de manera tangible se han aumentado los índices de consumo de sustancias controladas en nuestro país, de manera constante en los últimos 40 años.

El cierre de las rutas de drogas a través del caribe acarreó también consecuencias graves para nuestro país, puesto que al trasladar las rutas y vías de paso a este territorio, las disputas por el control de zonas de mayor y más fácil tránsito han resultado en violencia entre organizaciones criminales, las cuales lamentablemente acarrean daños colaterales.

Mientras la estrategia sea “lucha frontal” los avances en materia serán limitados y vendrán a grandes costos. No se puede luchar contra algo que no se conoce, y privarnos de información valiosa no nos permite dar con la solución al problema, debemos invertir tiempo y recursos no solo en este combate frontal, sino en el análisis de operaciones de los grupos de criminales organizados.


[1] RAND. Controlling cocaine. Supply vs Demand programs. Rydell C. Peter, Everingham S. Susan. Disponible en: http://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/monograph_reports/2006/RAND_MR331.pdf
[2] Hakim, Peter. Rethinking US Drug Policy. Disponible en: http://www.thedialogue.org/PublicationFiles/Rethinking%20US%20Drug%20Policy.pdf
[3] Parkin, Michael. Economía. Ed. Pearson Sexta Edicion. 2004.
[4] Vid: http://www.voltairenet.org/Crimen-organizado-produce-40-del

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