LA NUEVA REVOLUCIÓN MEXICANA
Estamos en el umbral de una nueva revolución mexicana. La ola de violencia relacionada con el crimen organizado, específicamente con el narcotráfico que ha causado desde el inicio de la “guerra de frente al crimen organizado” encabezada por Calderón, 40,000 muertes hasta la fecha, tendrá sin duda repercusiones mayores.
Aplicando la tercera ley de Newton, la cual reza que a cada acción corresponde una reacción, es lógico esperar que ante los hechos vividos recientemente en nuestro país se encuentra latente un movimiento social, listo para activarse en cualquier momento.
Ya hemos visto las primeras manifestaciones de esta revolución, los movimientos encabezados por personas como Isabel Miranda de Wallace, Alejandro Martí, Javier Sicilia, y otros quienes a la voz de locuciones como “si no pueden renuncien” han cimbrado la conciencia social y la visión que tenemos sobre nuestros gobernantes.
Con los hechos ocurridos en el Casino Royal de Monterrey, donde 52 personas perdieron la vida a consecuencia de un acto calificado como terrorista por el propio Gobierno Federal, hemos entrado a una nueva etapa en la violencia del narco contra el Estado y la sociedad.
El malestar social se ha ido acumulando, cada vez más voces se alzan contra nuestros líderes, reclamando soluciones, que actúen pronto, que contengan el problema, artículos como el publicado en días pasados por Forbes donde se insta al gobierno a “pactar” con los líderes del narco una tregua de paz para que se deje de afectar a la población civil son cada vez más comunes y recurrentes.
Este descontento que ha permeado a la sociedad, aunado al incremento en la corrupción de nuestras autoridades ante el panorama de “sálvese quien pueda” que reina en los distintos órdenes de gobierno, el incremento en fondos para la impartición de justicia, el cual no ha aportado resultados, la falla de las políticas criminales, la intromisión del ejército en las calles, atropellando derechos y garantías de la población, extrayéndose de sus funciones operativas, etc. Todos estos factores están gestando un posible escenario para un movimiento – no necesariamente armado – de los denominados revolucionarios. No es descabellada la idea de que el clima de inestabilidad política, económica, social y de valores que se vive un grupo se decida oponer a tal situación.
Cualquiera que esté dispuesto a tomar la decisión de enfrentar la situación y aportar soluciones concretas, con ideas bien planteadas, desarrolladas a partir del sentido común, conciencia social, políticas criminales adecuadas y el respeto a los derechos y garantías de los ciudadanos será sin duda bien recibido por todos quienes esperamos hacer de México un país mejor.
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